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Mostrando entradas de 2018

Goteo

Desazón de Silvia Muñoz Estoy cansada. Agotada. Exhausta, más bien. Tengo la suerte de no ser un ficus durante las prácticas. Lejos de sentirme como un elemento inútil y meramente decorativo que dedica su mañana a la persecución interminable de un médico de verdad, soy casi como un residente de primer año en el servicio de medicina interna y me siento afortunada por ello. Asisto a sesiones, paso planta, exploro pacientes, escribo evolutivos, ayudo con las altas y hablo con los familiares. Se podría decir que trabajo o, al menos, ‘trabajo’. Y como buena e inocente novata que soy me llevo el trabajo a casa. No es algo consciente, no es voluntario. Sólo estoy distraída. Abstraída. Ausente. A la hora de comer, cuando intento descansar y mientras hago como que estudio el examen de la semana que viene, lejos de centrarme en lo que estoy -o debería estar- haciendo, mis neuronas se dedican a intercambiar información y discutir términos médicos con la misma intensidad que los adjunto

Qué bonita

Ilustración de Florian Meacci Qué bonita. La vida, digo. Qué bonita. Y qué traicionera. Y qué poco nos fijamos. Igual por eso, a veces, es tan mala. Para hacerse notar. Como cuando a una joven de 34 años que se ha caído y le duelen las costillas le descubren un cáncer tan inesperado como avanzado, tan mortífero como silente, que no la dejará cumplir los 35. O cuando a una mujer de 70 completamente independiente le implantan una prótesis que se infecta y se complica. Y se recambia y reinfecta y recomplica y no podrá volver a caminar. Ni a bailar con su marido, porque además se ha quedado viuda. O cuando a un hombre de 50 años le diagnostican un Parkinson. O un Alzheimer. O a los 20 un linfoma. O un tumor cerebral. Qué más da. Qué bonita. Qué mala. Qué triste. Qué mala. Pero qué bonita. Y qué poco la aprovechamos.

Operación comando

Comando de Silvia Muñoz '¿Y no te da cosa?' Es una pregunta muy oída (y odiada) entre los estudiantes de medicina. Especialmente en lo que se refiere a prácticas con muertos y cirugías. 'Yo no podría' suele ser lo que sigue en la conversación, y mi reacción es siempre la misma: una muestra de asombro y perplejidad seguida de una risa nerviosa. No, no me dan asco las cirugías. Sí, sí me impresiona abrir a alguien con un bisturí y observar lo que permanece oculto para el resto de los mortales. Descubrir la verdad que se esconde detrás de las láminas y los libros de anatomía. Ver cómo un estómago se hincha y deshincha al ritmo de la respiración, coger los intestinos, que se mueven como si tuviesen vida propia -porque, de hecho, la tienen- o poner una prótesis de rodilla metálica y reluciente que funcionará mejor que la original, ya deshecha. Y todo mientras el anestesista comprueba que el paciente sigue ahí, aunque le quites la mitad del tubo digestivo, le extraig

Traqueotomía

Traqueotomía de Silvia Muñoz. Si entré en otorrino por la puerta grande, hoy puedo afirmar que he salido de la rotación por la misma puerta. Estoy disfrutando y aprendiendo de las prácticas como nunca imaginé, pero también es cierto que no tenía la más mínima idea del impacto que tendrían a nivel emocional. Hoy ha sido, probablemente, el peor día de los dos meses que llevo pateándome el hospital. La consulta de ORL es tremendamente variada y, dependiendo del día, puede ser infinitamente monótona o irónicamente dramática. Hoy parecía lo primero y ha terminado convirtiéndose en lo segundo. La mayoría de los pacientes eran oncológicos, sólo venían a una revisión periódica y rutinaria, pero más de uno y más de dos parecían haber recidivado. Y quién se lo dice ahora. No obstante, eso no fue lo peor. La lista de pacientes quedó relegada a un segundo plano cuando una anciana de casi noventa años que apenas podía respirar entró en la habitación. Un enorme tumor de laringe impedía el p

Vaciamiento radical

Vaciamiento radical de Silvia Muñoz Los otorrinos denominan vaciamiento radical a la extirpación quirúrgica de todos los ganglios linfáticos del cuello además de la yugular interna, el músculo esternocleidomastoideo y el nervio espinal. Es una técnica que se realiza a veces en pacientes oncológicos para asegurar que no quedan residuos de cáncer y que si hay células malignas en los ganglios éstas no se reproduzcan. No siempre funciona. Este diario no es para mí sino un vaciamiento radical. Escribo cuando la carga emocional de lo vivido me aplasta el pecho y me hace temblar. Reseco la confusa maraña de sentimientos dejando un margen de seguridad y la analizo minuciosamente como lo harían en anatomía patológica. La proceso y observo y reviso y repaso una y otra vez hasta que me quedo tranquila y escribo el informe en mi historia clínica sentimental, en mi diario, para que la sensación de angustia y el desconsuelo no vuelvan, que se queden aquí convertidos en pasado, pero lo suficien

Lágrimas

Acuarela de Robin Ewers Hace unas semanas vi a un hombre llorar de preocupación. Hoy vi a un hombre llorar de alivio. Casi lloro yo también. Me calentó el corazón verle así, feliz, a pesar de las heridas quirúrgicas y de la cánula que le atravesaba la garganta. Entró sonriente y animado a la sala de curas, acompañado por su hija. Se encontraba bien, se sentía fuerte, o eso nos dijo mientras tapaba el orificio de la traqueotomía para hablar. Mi adjunto empezó a comprobar pruebas y datos en el ordenador mientras la enfermera iniciaba la cura de la herida. -Ya están los resultados de anatomía patológica -dijo el médico. Un silencio no acordado llenó la habitación unos segundos, hasta que el adjunto soltó con voz incrédula y atropellada: -Pues no había tumor. -¡Ni falta que hace! -respondió la hija con una sonrisa de oreja a oreja. Y entonces el hombre se echó a llorar. Había sufrido un cáncer y lo había superado, para tiempo después oír en una revisión que algo no cuadrab

Sálvate

Ayer comencé las prácticas en el servicio de otorrinolaringología (ORL) y entré por la puerta grande. A media mañana llamaron de urgencias: un hombre se había cortado el cuello con un vaso roto y requería cirugía inmediata. Cuando llegamos al box la otorrino de guardia intentaba frenar la hemorragia de la enorme boca accesoria, sangrante e irregular, que atravesaba el cuello del paciente de lado a lado. Pero no era la única herida que tenía nuestro recién llegado. Estaba cubierto de hematomas y tenía múltiples fracturas, pues hacía apenas unos días que se había tirado desde un tercer piso con  la misma finalidad que en esta ocasión: morir. Las palabras 'ponte el pijama' y 'lávate' que deseaba oír cada mañana de rotación en Cirugía General esta vez me hicieron temblar. Como todos los quirófanos estaban ocupados tuvieron que parar una intervención para poder operar a este pobre hombre. La herida resultó ser superficial, parece que degollarse es más complicado de

'Yo sé quién es'

Ilustración  de Paula Bonet El primer día que oí a los cirujanos hablar de temas ajenos a la intervención que estaban realizando me sorprendí mucho. Luego asumí que estar de ocho a tres encerrado en un quirófano, en una laboriosa tarea de "corta y pega" visceral, puede resultar tedioso, y conversaciones mundanas sobre fútbol, cine, viajes y el tiempo amenizan el ambiente. Y sí, también hablan de medicina. De casos clínicos curiosos, interesantes, difíciles o que impresionan. De la cirugía de obesidad del quirófano de al lado, de la mastectomía que le han hecho a una chica de 27 años con BRCA positivo o de la joven de 22 con un tumor cerebral... Supongo que era cuestión de tiempo que reconociese uno de esos casos. Que reconociese un nombre que en realidad nadie llegó a pronunciar. Puede que no me lo esperase, que me quedase congelada en el sitio creyendo que era un malentendido, que estaba equivocada, que no podía ser. Puede que entrase en taquicardia mientras seguía lleg

Toracocentesis

Pintura de Marilyn Manson Estoy de vacaciones, repasando algunas de las que serán nuevas páginas de este diario. Un recuerdo se ha colado en mi mente y me ha hecho estremecer,  y sólo por eso lo escribo. Un anciano semidesnudo sentado en la sala de intervenciones, al lado de broncoscopias. Uno de esos hombres caballerosos, de mirada tierna y amable, dedos finos y pantuflas impecables, dejándose pinchar por el residente para hacer una toracocentesis diagnóstica. De pronto empieza a llorar, las lágrimas resbalan por arrugas divergentes y las manos temblorosas aferran un pañuelo de papel humedecido. - Pobre hombre, le está haciendo daño -pienso yo. El resi, preocupado, y ya terminada la toracocentesis, le pregunta si le duele, y el anciano, con voz temblorosa y una sonrisa de ojos tristes, le responde entre suspiros: - No hijo no, si ni me he enterado, lo ha hecho muy bien... Es la preocupación, ya sabe... A veces puede con uno... Qué ingenua yo en ese momento, creyendo que s

Mi primera operación

'Artistas' de Silvia Muñoz Dicen que estas cosas no se olvidan, pero mi memoria de pez y yo discrepamos.  No me acuerdo de mi primer día en el hospital, ni de mi primer paciente (ambas cosas pasaron hace apenas un año), así que el día de hoy lo escribo, para que no se me olvide. Ha sido 'mi primera operación', aunque llamarlo así es darme demasiada importancia: ni es la primera operación que veo, ni he operado a nadie, lo máximo que he hecho ha sido sujetar herramientas cuyo nombre desconozco y dar unos torpísimos primeros puntos al final. Lo que sí es cierto es que hoy es la primera vez que me he lavado.  Que me dejen lavarme significa que en lugar de observar a tres reservadísimos metros de distancia para no romper el sagrado campo de esterilidad, puedo pegarme como una lapa a los cirujanos y ver y tocar todo lo que ellos ven y tocan. Me mandan sujetar cosas,  me explican lo que están haciendo y a mí me fascina ver la facilidad con la que se manejan. He de reconocer

Historia clínica

Ilustración de Paula Bonet Ayer mi R4 me mandó hacer una historia clínica. Seleccionó a la paciente más colaboradora de la planta, me presentó y me lanzó al ring. No era la primera historia clínica que hacía, tampoco fue la mejor. Lo que marcó una diferencia para mí fue la corrección. Mi resi favorito ni siquiera miró la hoja que a mí me había costado tanto escribir. Me miró a mí y me preguntó qué problemas y dificultades me había encontrado y cómo me había sentido. ¿Y qué importancia tiene eso? Pues la tiene. La tiene porque plantarse con una bata delante de una persona enferma y hacer como que lo tienes todo controlado es difícil. Yo estaba insegura, nerviosa y preocupada, y no debía notarse. Nadie nos enseña en la facultad a tratar con los pacientes ni a hablar con sus familias. No nos explican que la inseguridad te perseguirá siempre, o que la preocupación es intrínseca a esta profesión y que para que los nervios no te delaten es necesario un máster de arte dramátic

Broncoscopias

Edema agudo de pulmón de Silvia Muñoz Es curioso -y aterrador- cómo puede uno distanciarse de lo que significan realmente las cosas para la persona que tiene delante, para su familia, para sus amigos… Me paso las mañanas correteando por los pasillos pegada a la bata de mi responsable, ansiosa por aprender y deseando que me expliquen más, y más, y más… Hasta que de repente soy consciente de la realidad, de lo que significa estar en un hospital, discutir un caso clínico, planear un tratamiento o realizar una prueba. Es como chocarse con una dura y fría pared de cristal que ha estado ahí todo el tiempo, pero que no he visto hasta golpearme de lleno con ella. Hoy me ha pasado en broncoscopias. Una broncoscopia es una prueba en la que introducen una cámara por la nariz para llegar a los bronquios y ver el interior de los pulmones. Además, pueden recogerse muestras para descartar enfermedades y pinchar ganglios para estadificar un cáncer, como en este caso (se trataba de un EBUS).

Viernes

Nice to meet you  de Silvia Muñoz Hoy no fue un buen día. Llegué a las 9 al rotatorio, como vengo haciendo la última semana. Medicina interna, UCA, planta 6. Antes de pasar visita los médicos adjuntos y los residentes se reúnen para repasar los casos. Falta uno. La historia clínica no está encima de la mesa. El R3 que lleva el caso busca en el ordenador: exitus. Salida. Muerte. Fallecimiento. El pobre hombre ha muerto durante la noche y ninguno nos lo esperábamos. Ingresó en muy malas condiciones, pero ayer estaba mejor. Ayer estaba mucho mejor. No sabemos qué ha ocurrido. Pasamos a ver los demás casos, los demás pacientes. Hablamos de la encantadora mujer de 92 años que está siempre riendo, hablando y bromeando. Es todo simpatía, optimismo y vitalidad. Hace dos días mi compañera y yo estuvimos casi una hora hablando con ella para hacerle la historia clínica. Han llegado los resultados de las pruebas que le hicieron ayer. Tiene cáncer. No le dan ni un año de vida. Mientras