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Qué bonita

Ilustración de Florian Meacci

Qué bonita.
La vida, digo.
Qué bonita. Y qué traicionera. Y qué poco nos fijamos. Igual por eso, a veces, es tan mala. Para hacerse notar.
Como cuando a una joven de 34 años que se ha caído y le duelen las costillas le descubren un cáncer tan inesperado como avanzado, tan mortífero como silente, que no la dejará cumplir los 35.
O cuando a una mujer de 70 completamente independiente le implantan una prótesis que se infecta y se complica. Y se recambia y reinfecta y recomplica y no podrá volver a caminar. Ni a bailar con su marido, porque además se ha quedado viuda.
O cuando a un hombre de 50 años le diagnostican un Parkinson. O un Alzheimer.
O a los 20 un linfoma. O un tumor cerebral.
Qué más da.
Qué bonita. Qué mala. Qué triste. Qué mala.
Pero qué bonita.
Y qué poco la aprovechamos.

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